Experiencia de Lola Ramos como profesora de yoga
Soy Lola Ramos, nací en Valencia en 1966 y quiero contaros cómo llegué al yoga: Tenía veintiséis años, mi vida estaba perdida, más bien yo estaba perdida en ella, sobrevivía en vez de vivir. Estaba hundida en un pozo con mi depresión y ansiedad. Mi vida era un caos.
Un amigo me llevó de la mano a una clase de yoga, en esa primera clase supe que quería cambiar mi vida y que quería ser profesora de yoga. Tardé tres años en reunir el valor para dejar mi vida anterior y comenzar la formación. Por fin me sentía libre, ilusionada y con ganas de vivir. La formación como profesora de yoga me iba llevando al descubrimiento de mí misma, de los demás y de la vida.
La práctica intensa en los seminarios me hacía alcanzar estados que no podría haber imaginado que existían dentro de mí.
La teoría y la filosofía me hacían ver mi ignorancia, esa ignorancia que hasta que no te das cuenta de que te habita te hace sufrir, no entiendes por qué te pasan cosas y sientes emociones que se repitan una y otra vez… Y esa frase que tanto nos repetimos “por qué me pasa esto a mí, si yo…”. La formación me iba ayudando a tener conciencia de tantas capas que me había ido poniendo para subsistir, para protegerme, para gustar a los demás…
Durante los cuatro años que duró el camino de la formación no solo iba tomando conciencia de mis capas, sino que alguna iba perdiendo por el camino, cada vez estaba más cerca de encontrarme con mi esencia, con mi ser, con mi estado más puro. Empecé a ver la vida desde otro punto de vista más comprensivo y cercano, Aprendí a no juzgar tanto, a ser más positiva, a tener más confianza y seguridad… Todo esto requiere de un compromiso y un trabajo constante con tu práctica de yoga para seguir despertando conciencia y tener cada vez más herramientas y equilibrio en tu día a día para seguir caminando por la vida.
Descubrir la respiración que te hace sentir desde lo más sutil a la fuerza más inmensa, que te hace conectar con tu esencia, con tu SER. Descubres a tu corazón, ese ponerle corazón a todas las cosas que haces en cada instante de tu día a día por pequeña o grande que sea. La escucha que la práctica consciente me lleva a anclar cada vez más en mi día a día. Primero escucho mi cuerpo, mi respiración, mis espacios abiertos creados por la práctica… Vamos integrando la práctica y las enseñanzas en esos cuatro años y de pronto lo estás siendo dentro de ti y hacía los demás, algo ha cambiado, me he ido vaciando, pero me siento lleno, más completo, más feliz.
El yoga ha sido para mí un trampolín que me ha llevado a complementarme desde otros campos, cursos, actividades que sentía. Pero siempre mi casa, volver a casa es mi familia Sadhana, mi profesores y formadores, compañeros y amigos; donde un día empecé a descubrirme, que yo existía, que me podría querer. Para así querer y comprender mejor a los demás.
Toda una aventura mágica y una revolución interior que te invito a caminarla desde esta gran familia